Satipo: Selva, sol y felicidad
Información útil al final
Y así es como empieza todo. Planificas un viaje, tomas las maletas, partes, conoces uno o varios destinos, te diviertes, y luego regresas a tu lugar y a la rutina diaria, pero, ¿qué es lo que hace que ese viaje sea tan especial, que te hace desear volver una y otra vez? o hasta anhelar mudarse por un tiempo.
¿Qué será?, ¿será quizá su paisaje?, ¿será su tranquilidad?, ¿tal vez su gente?, ¿su comida?
¿Qué será?, ¿será quizá su paisaje?, ¿será su tranquilidad?, ¿tal vez su gente?, ¿su comida?
No lo sé. Es tal vez una combinación de todos esos aspectos, por ejemplo, puedes viajar a un lugar donde el ambiente, natural o no, sea poco atractivo, pero quizá sea un lugar en el que haya gente bastante cálida y amigable.
O quizá sea al revés, un hermoso lugar pero con gente algo huraña y fría. Todo es cuestión de balance, y de la forma única en la que percibimos el mundo.
O quizá sea al revés, un hermoso lugar pero con gente algo huraña y fría. Todo es cuestión de balance, y de la forma única en la que percibimos el mundo.
Como mi experiencia en la selvática Satipo, una provincia ubicada en el departamento de Junín, en el corazón del Perú.
Visité esta provincia por primera vez allá por el año 2010, y en aquel viaje confluyeron muchas situaciones afortunadas que convirtieron a la Selva Central y en especial Satipo, en un destino de inolvidable para mí.
Fue especial porque fue un viaje improvisado, no estaba en mis planes. Y también porque viajé en la buena compañía de mi novia de entonces. Así que fue como una especie de "luna de miel" en la selva montañosa. Un lugar en el que cualquier mortal puede enamorarse.
Visité esta provincia por primera vez allá por el año 2010, y en aquel viaje confluyeron muchas situaciones afortunadas que convirtieron a la Selva Central y en especial Satipo, en un destino de inolvidable para mí.
Fue especial porque fue un viaje improvisado, no estaba en mis planes. Y también porque viajé en la buena compañía de mi novia de entonces. Así que fue como una especie de "luna de miel" en la selva montañosa. Un lugar en el que cualquier mortal puede enamorarse.
¿Coincidencias notables?
Creo que existe una especie de comunicación a nivel inconsciente, de carácter casi telepático, entre la gente que trabaja en PromPerú y yo.
Como dato: PromPerú, es el organismo encargado de la promoción del Perú en materia de turismo, y pertenece al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú.
Este organismo realiza cada año viajes de prensa, a los que asisten casi siempre, periodistas de diversos medios de comunicación tradicionales, con la finalidad de promocionar un destino o servicio turístico.
Meses atrás tuve la fortuna de ser invitado por primera vez a uno de estos viajes, y el destino fue el departamento de Ica.
Lo curioso aquella vez fue que días antes había estado deseando viajar a Ica para conocer a los Ballumbrosio (ve la historia aquí), y bueno, quedé sorprendido por la coincidencia. El viaje se dio, conocí a los Ballumbrosio y fui feliz.
Esta vez pasó casi lo mismo. Estuve deseando regresar a Satipo semanas atrás, en parte porque guardo abundantes y gratos recuerdos allí, y también porque dejé a un buen amigo satipeño a quien había prometido pasar a visitar.
Y bueno, otra vez PromPerú me invitó, ¡uf!, si eso no es telepatía, no sé qué será.
Primera vez que volaba, hacerlo en parapente no vale. Nervios
Luego de salir del asombro inicial, por ser considerado para el viaje de prensa a Satipo, sólo un pequeño detalle hizo que mi sangre se helara al instante.
El viaje se realizaría por partes, y en una de ellas iríamos en avión, —¿en avión?, ¡pero yo jamás he volado!— Los nervios se apoderaron de mí. Aquello añadió un poco más de emoción a mi ya excitado corazón. —¡Vamos pues! ¡qué puede pasar!
Podría escribir toda una entrada sobre mi breve experiencia volando en un avión, pero esta entrada trata sobre Satipo. Así que solamente mencionaré lo bien que logré disimular el nerviosismo frente a mis ocasionales compañeros de viaje.
Aunque no fue tan aterrador como me lo imaginé después de todo. Un poco movido, eso sí. Quizá porque era un pequeño avión a turbohélice.
El primer destino desde Lima en el avioncito, fue Jauja, una ciudad enclavada en las montañas del departamento de Junín. De allí sólo bastó tomar una combi, que rápidamente y sin demora, nos trasladó por el zigzagueante camino que se interna entre los dorados campos de ichu.
El frío se hizo notar, pero la expectativa por el caluroso destino que nos aguardaba, nos mantuvo a todos muy tibios y contentos.
Los atardeceres en la transparente puna siempre tienen un toque onírico. Sus formas, sus colores, todos ellos inspiran al aventurero a ver la vida con nuevos ojos, aunque sea por unos segundos. Es el poder místico que poseen las montañas.
El viaje se realizaría por partes, y en una de ellas iríamos en avión, —¿en avión?, ¡pero yo jamás he volado!— Los nervios se apoderaron de mí. Aquello añadió un poco más de emoción a mi ya excitado corazón. —¡Vamos pues! ¡qué puede pasar!
Podría escribir toda una entrada sobre mi breve experiencia volando en un avión, pero esta entrada trata sobre Satipo. Así que solamente mencionaré lo bien que logré disimular el nerviosismo frente a mis ocasionales compañeros de viaje.
Aunque no fue tan aterrador como me lo imaginé después de todo. Un poco movido, eso sí. Quizá porque era un pequeño avión a turbohélice.
El primer destino desde Lima en el avioncito, fue Jauja, una ciudad enclavada en las montañas del departamento de Junín. De allí sólo bastó tomar una combi, que rápidamente y sin demora, nos trasladó por el zigzagueante camino que se interna entre los dorados campos de ichu.
El frío se hizo notar, pero la expectativa por el caluroso destino que nos aguardaba, nos mantuvo a todos muy tibios y contentos.
Los atardeceres en la transparente puna siempre tienen un toque onírico. Sus formas, sus colores, todos ellos inspiran al aventurero a ver la vida con nuevos ojos, aunque sea por unos segundos. Es el poder místico que poseen las montañas.
En las planicies de la puna
De Jauja, y con la compañía de una luna creciente, llegamos a Tarma, la llamada Ciudad de la Flores. Es desde este punto que empieza una de las rutas más hermosas que he visto hasta el momento en el Perú.
En donde las enormes montañas andinas se van tapizando de grandes árboles, que poco a poco van reclamando cada centímetro de espacio sobre las rocas.
Lástima que la noche cayó justo cuando nuestra combi recorría bajo estas escarpadas y arboladas montañas, que de vez en cuando nos sorprendían con cascadas que parecían caer del cielo.
La primera ciudad importante de la Selva Central que nos recibió fue San Ramón. Esta nos dio su bienvenida con un doloroso pinchazo en el deltoides. No lo sabía, pero ahora es obligatorio vacunarse contra la fiebre amarilla al llegar aquí (más detalles al final).
El momento nostálgico llegó cuando pasamos raudamente por la encantadora ciudad de La Merced y metros más allá, el puente Kimiri, ¡tantos recuerdos! ¡por poco y echo a llorar!, pero tuve que guardar la calma.
Después de casi tres horas de viaje desde San Ramón, llegamos a Satipo. Al bajar, un sentimiento extraño se apoderó de mí. Sentía como si hubiese llegado a casa, como si hubiera estado paseando por sus calles tan sólo el día anterior.
Para un forastero, una de las cosas que más impacta en Satipo, es el feroz calor que golpea en toda la cara, pero no es un bochorno insoportable, como la de los veranos en la ciudad de Lima. No.
Este es un calor estimulante, un calor que te empuja a despertar, a caminar y a explorar las verdes y nubosas cercanías que son visibles desde cualquier rincón de la ciudad.
Otro sentido que queda cautivado cuando llegas a la Selva Central es el del olfato. Y así como las montañas andinas tienen esa característica fragancia a tierra seca, en la selva de Satipo, el olor a madera, hierba y tierra mojada son demasiado agradables para un citadino acostumbrado a oler los gases de escape de los autos.
En donde las enormes montañas andinas se van tapizando de grandes árboles, que poco a poco van reclamando cada centímetro de espacio sobre las rocas.
Lástima que la noche cayó justo cuando nuestra combi recorría bajo estas escarpadas y arboladas montañas, que de vez en cuando nos sorprendían con cascadas que parecían caer del cielo.
La primera ciudad importante de la Selva Central que nos recibió fue San Ramón. Esta nos dio su bienvenida con un doloroso pinchazo en el deltoides. No lo sabía, pero ahora es obligatorio vacunarse contra la fiebre amarilla al llegar aquí (más detalles al final).
El momento nostálgico llegó cuando pasamos raudamente por la encantadora ciudad de La Merced y metros más allá, el puente Kimiri, ¡tantos recuerdos! ¡por poco y echo a llorar!, pero tuve que guardar la calma.
Después de casi tres horas de viaje desde San Ramón, llegamos a Satipo. Al bajar, un sentimiento extraño se apoderó de mí. Sentía como si hubiese llegado a casa, como si hubiera estado paseando por sus calles tan sólo el día anterior.
Para un forastero, una de las cosas que más impacta en Satipo, es el feroz calor que golpea en toda la cara, pero no es un bochorno insoportable, como la de los veranos en la ciudad de Lima. No.
Este es un calor estimulante, un calor que te empuja a despertar, a caminar y a explorar las verdes y nubosas cercanías que son visibles desde cualquier rincón de la ciudad.
Otro sentido que queda cautivado cuando llegas a la Selva Central es el del olfato. Y así como las montañas andinas tienen esa característica fragancia a tierra seca, en la selva de Satipo, el olor a madera, hierba y tierra mojada son demasiado agradables para un citadino acostumbrado a oler los gases de escape de los autos.
En la plaza de Satipo ¿y tú qué planes? ¿vamos a la selva pues?
Al ser un viaje de prensa, contábamos con pocos días para conocer Satipo. No es el tipo de viaje al que esté acostumbrado, pero lo positivo fue que todos los servicios que tomamos fueron de primera.
Además tuvimos mucha información detallada sobre esta provincia a cargo de Walter Díaz, mi amigo al que mencioné al inicio de esta entrada. No me sorprendió encontrarlo, sé que él es uno de los principales profesionales dedicados al turismo en Satipo.
El amor por su tierra lo mantiene en plena batalla contra el olvido y desinterés de las autoridades de la zona, que parecen no darse cuenta del gran potencial turístico de esta región.
Uno de los aspectos del que quizá no fui tan consciente en mi primera visita a Satipo, fue la de su composición étnica, compuesta es su mayoría por Asháninkas, grupo humano originario de la Amazonía.
Yo pensaba que aquellas tribus eran sólo parte de la historia pasada. Falso. Los Asháninkas siguen muy presentes hoy. Quizá hayan perdido gran parte de sus costumbres ancestrales, pero todavía conservan algunas creencias, conocimientos y formas de vida que los diferencian claramente de los llamados colonos.
Persisten aún muchas comunidades nativas en Satipo. Estas normalmente se organizan en torno a un jefe tribal, al que por respeto, siempre debemos de pedir permiso antes de ingresar a cualquier catarata o lugar de interés dentro del extenso territorio Asháninka.
Acción que hicimos esta vez, teniendo incluso, la compañía del mismísimo jefe.
Abel, jefe nativo de la comunidad asháninka de Teoría
Cataratas por doquier
"Ni en un mes entero lograrías conocer siquiera el diez por ciento de todas las caídas de agua que existen en la provincia de Satipo", me dijo con entusiasmo el señor que atendía en la recepción del hotel en donde estábamos alojados, mientras me enseñaba una revista llena de fotografías aéreas de varias cataratas de la zona.
Ya en el 2010, pude comprobar esta abundancia de cataratas.
Y en este viaje de prensa, sólo pudimos visitar dos cataratas, la de Arco Iris y la de Meretari.
La primera muy cercana a la carretera que va a Puerto Ocopa, de fácil acceso. Tiene ese nombre por el arco iris que se puede llegar a formar cuando los rayos del sol atraviesan el velo de agua.
Normalmente este acontecimiento sucede a mediodía. Nosotros llegamos demasiado tarde, pero el encanto del lugar sigue siendo el mismo.
Meretari y las mariposas azules
Recuerdo con cariño la conocida catarata de Meretari y su divertido tobogán natural, uno de los parajes más idílicos en los que había estado años atrás. En este rincón privilegiado, el olor a selva embriagante, y el calor sofocante estimula cada sentido del cuerpo.
Otro detalle casi mágico que recordaba de Meretari, eran las mariposas azules, enormes insectos alados que son tan grandes, que más que aletear para volar, planean sobre las corrientes de aire cálido del bosque.
Estas mariposas daban a la selva un toque de irrealidad, por los titilantes reflejos azul iridiscente de sus alas, mientras cruzaban haces de luz que se filtraban entre los árboles.
Pero todo cambia, pasaron seis años ya, yo guardaba la esperanza de ver a la catarata de Meretari tal como la recordaba, sin embargo el paso del tiempo modificó algunas cosas que me dejaron sorprendido. Lo bueno es que aún conserva la pureza y el equilibrio que la generosa naturaleza es capaz de ofrecernos siempre. Todo sigue muy lleno de vida, y siempre en compañía de mis amigas, las mariposas azules revoloteando por ahí.
El impacto fue al llegar a los famosos toboganes naturales, en donde la acción de las lluvias, han ocasionado el desprendimiento de grandes rocas que vinieron a parar hasta el tobogán, dejando para el recuerdo a la hermosa poza que había a los pies de la catarata. El tobogán aún está ahí, pero ya no hay lugar para zambullirse.
Felizmente en este viaje, iba con nosotros otro jefe Asháninka, al que pedimos permiso antes de internarnos en la selva, y él como todo un conocedor de la zona, nos informó sobre una catarata unos metros más arriba, la cual tenía una poza lo suficientemente grande como para chapotear y ser niños otra vez.
No hizo falta caminar mucho, el estruendoso sonido del agua nos avisó de repente que habíamos llegado a destino. Una cascada de unos 7 metros de alto que formaba una extensa piscina natural, que animaba hasta al más tímido a quitarse la ropa para chapotear cual patito de la laguna. Reunel, el jefe Asháninka, fue el primero en entrar, se sumergió, nadó, y se colocó bajo la cascada, ¡fue un hombre feliz!
Las aguas de esta cascada son frías, pero combinaron perfectamente con el caluroso lugar, y una vez que te dejas llevar, no te quieres ir. Sentir la fuerte caída de agua sobre la espalda es la mejor terapia para liberar el estrés.
El tiempo corre cuando uno lo pasa bien, las horas nos parecieron minutos y ya debíamos partir, pues la tarde transcurría rápida y nos esperaba un largo viaje de regreso desde Puerto Ocopa.
Pero las pozas que se forman bajo las cataratas no son los únicos lugares donde uno puede ir a nadar, también en esta zona bañada por el río Perené, hay tranquilas playas de fina arena que invitan a reposar y a darse un chapuzón, aunque siempre con mucho cuidado porque las corrientes en el río son de respeto.
Walter me decía que los lugareños no tienen nada que envidiar a las playas del Caribe, "mira, este es el paraíso", me dijo. ¡Con toda razón amigo mío!
Segunda parte
Datos prácticos
- ¿Cómo llegar a Satipo desde Lima?:
La empresa MovilTours tiene viajes directos desde Lima a un precio bastante cómodo. El viaje dura aproximadamente unas 10 horas.
Otra opción para no hacer tu viaje tan pesado, es ir en avión hasta Jauja (LCPeru es una buena opción), y de allí por tierra a Satipo. Me dijeron que antes había vuelos directos hasta el distrito de Mazamari, pero los cancelaron.
- ¿Necesito vacunas?
No son necesarias, pero por precaución, el Ministerio de Salud está vacunando gratis contra la fiebre amarilla a todas las personas que llegan a San Ramón, la puerta de entrada a la Selva Central. Sólo necesitas tu documento de identidad.
- ¿Qué puedo visitar en Satipo?
Hay tanto por ver, pero por mi experiencia reciente te puedo recomendar visitar la Catarata Arco Iris y la Catarata de Meretari. Para la primera no es necesario contratar un servicio turístico, ya que es de fácil acceso. Pero para Meretari si requieres de alguien que conozca la ruta.
Satipo también es tierra de buen café, naranjas y exquisitas piñas. Recuerda probarlas, así además contribuyes al desarrollo de estas actividades en la provincia.
En el distrito de Mazamari, existe un mirador al que llaman Piedra Dorada, un lugar interesante donde puedes apreciar todo el valle. Otra opción allí, es la visita a la Comunidad Nativa de Teoría, donde los amables Ashánikas han adecuado una zona para acampar, o si lo prefieres, puedes dormir en un pequeño hospedaje que ellos mismos han construido.
- Información adicional
Si quieres más detalles sobre otros lugares de interés en Satipo, lo mejor es contactarte directamente con mi amigo Walter Diaz. No he conocido a otra persona tan dedicada a promocionar su tierra que él. Un hombre muy profesional en lo que hace.
Lo puedes contactar aquí --> Rupícola Perú
Un agradecimiento a PromPerú y a Tambo Tours
Y recuerda que si quieres planificar tus viajes por el Perú visita:
"Ni en un mes entero lograrías conocer siquiera el diez por ciento de todas las caídas de agua que existen en la provincia de Satipo", me dijo con entusiasmo el señor que atendía en la recepción del hotel en donde estábamos alojados, mientras me enseñaba una revista llena de fotografías aéreas de varias cataratas de la zona.
Ya en el 2010, pude comprobar esta abundancia de cataratas.
Y en este viaje de prensa, sólo pudimos visitar dos cataratas, la de Arco Iris y la de Meretari.
La primera muy cercana a la carretera que va a Puerto Ocopa, de fácil acceso. Tiene ese nombre por el arco iris que se puede llegar a formar cuando los rayos del sol atraviesan el velo de agua.
Normalmente este acontecimiento sucede a mediodía. Nosotros llegamos demasiado tarde, pero el encanto del lugar sigue siendo el mismo.
Meretari y las mariposas azules
Recuerdo con cariño la conocida catarata de Meretari y su divertido tobogán natural, uno de los parajes más idílicos en los que había estado años atrás. En este rincón privilegiado, el olor a selva embriagante, y el calor sofocante estimula cada sentido del cuerpo.
Otro detalle casi mágico que recordaba de Meretari, eran las mariposas azules, enormes insectos alados que son tan grandes, que más que aletear para volar, planean sobre las corrientes de aire cálido del bosque.
Estas mariposas daban a la selva un toque de irrealidad, por los titilantes reflejos azul iridiscente de sus alas, mientras cruzaban haces de luz que se filtraban entre los árboles.
Floración rosada que contrasta con el uniforme verde en el camino a Meretari
Pero todo cambia, pasaron seis años ya, yo guardaba la esperanza de ver a la catarata de Meretari tal como la recordaba, sin embargo el paso del tiempo modificó algunas cosas que me dejaron sorprendido. Lo bueno es que aún conserva la pureza y el equilibrio que la generosa naturaleza es capaz de ofrecernos siempre. Todo sigue muy lleno de vida, y siempre en compañía de mis amigas, las mariposas azules revoloteando por ahí.
El impacto fue al llegar a los famosos toboganes naturales, en donde la acción de las lluvias, han ocasionado el desprendimiento de grandes rocas que vinieron a parar hasta el tobogán, dejando para el recuerdo a la hermosa poza que había a los pies de la catarata. El tobogán aún está ahí, pero ya no hay lugar para zambullirse.
Felizmente en este viaje, iba con nosotros otro jefe Asháninka, al que pedimos permiso antes de internarnos en la selva, y él como todo un conocedor de la zona, nos informó sobre una catarata unos metros más arriba, la cual tenía una poza lo suficientemente grande como para chapotear y ser niños otra vez.
Hormigas cortadoras de hojas en plena labor
No hizo falta caminar mucho, el estruendoso sonido del agua nos avisó de repente que habíamos llegado a destino. Una cascada de unos 7 metros de alto que formaba una extensa piscina natural, que animaba hasta al más tímido a quitarse la ropa para chapotear cual patito de la laguna. Reunel, el jefe Asháninka, fue el primero en entrar, se sumergió, nadó, y se colocó bajo la cascada, ¡fue un hombre feliz!
Las aguas de esta cascada son frías, pero combinaron perfectamente con el caluroso lugar, y una vez que te dejas llevar, no te quieres ir. Sentir la fuerte caída de agua sobre la espalda es la mejor terapia para liberar el estrés.
El tiempo corre cuando uno lo pasa bien, las horas nos parecieron minutos y ya debíamos partir, pues la tarde transcurría rápida y nos esperaba un largo viaje de regreso desde Puerto Ocopa.
Pero las pozas que se forman bajo las cataratas no son los únicos lugares donde uno puede ir a nadar, también en esta zona bañada por el río Perené, hay tranquilas playas de fina arena que invitan a reposar y a darse un chapuzón, aunque siempre con mucho cuidado porque las corrientes en el río son de respeto.
Walter me decía que los lugareños no tienen nada que envidiar a las playas del Caribe, "mira, este es el paraíso", me dijo. ¡Con toda razón amigo mío!
Reunel, jefe asháninka disfrutando de la catarata
Y entonces ¿qué causa que un lugar te cautive? En el caso de Satipo yo respondería: ¡TODO! Tranquilidad, naturaleza, buena comida, gente amable y buen clima, todas las mejores cosas de la vida reunidas en un sólo lugar.
Es verdad que la compañía en un viaje importa mucho, pues llegas a compartir esos momentos que llegan a quitarte el aliento por el sobrecogimiento. Y como dicen "una pena entre dos en menos atroz", en este caso sería: "La felicidad entre dos es menos arroz" ¿menos arroz? ¡sí! es que cuando uno es feliz, el hambre hace de las suyas.
¿Te animas a que Satipo deje su huella en ti? Felicidad garantizada.
Playa de arena blanca. Cerca a Meretari
Datos prácticos
- ¿Cómo llegar a Satipo desde Lima?:
La empresa MovilTours tiene viajes directos desde Lima a un precio bastante cómodo. El viaje dura aproximadamente unas 10 horas.
Otra opción para no hacer tu viaje tan pesado, es ir en avión hasta Jauja (LCPeru es una buena opción), y de allí por tierra a Satipo. Me dijeron que antes había vuelos directos hasta el distrito de Mazamari, pero los cancelaron.
- ¿Necesito vacunas?
No son necesarias, pero por precaución, el Ministerio de Salud está vacunando gratis contra la fiebre amarilla a todas las personas que llegan a San Ramón, la puerta de entrada a la Selva Central. Sólo necesitas tu documento de identidad.
- ¿Qué puedo visitar en Satipo?
Hay tanto por ver, pero por mi experiencia reciente te puedo recomendar visitar la Catarata Arco Iris y la Catarata de Meretari. Para la primera no es necesario contratar un servicio turístico, ya que es de fácil acceso. Pero para Meretari si requieres de alguien que conozca la ruta.
Satipo también es tierra de buen café, naranjas y exquisitas piñas. Recuerda probarlas, así además contribuyes al desarrollo de estas actividades en la provincia.
En el distrito de Mazamari, existe un mirador al que llaman Piedra Dorada, un lugar interesante donde puedes apreciar todo el valle. Otra opción allí, es la visita a la Comunidad Nativa de Teoría, donde los amables Ashánikas han adecuado una zona para acampar, o si lo prefieres, puedes dormir en un pequeño hospedaje que ellos mismos han construido.
- Información adicional
Si quieres más detalles sobre otros lugares de interés en Satipo, lo mejor es contactarte directamente con mi amigo Walter Diaz. No he conocido a otra persona tan dedicada a promocionar su tierra que él. Un hombre muy profesional en lo que hace.
Lo puedes contactar aquí --> Rupícola Perú
Un agradecimiento a PromPerú y a Tambo Tours
Y recuerda que si quieres planificar tus viajes por el Perú visita:
¡Primer viaje en avión y en un avioncito wow! ¿Conexión telepática? Parece que sí. Fabulosas fotos Marco, nos encantó, saludos Nicky y Lou
ResponderBorrarMe alegra que les haya gustado :) Muchísimas Gracias por pasar a leer. Un abrazote :) :) :)
Borrarcamelpark.es
ResponderBorrarSi te gustan las aventuras, hay un paseo en camello en Tenerife que no te puedes perder. Explora paisajes únicos y disfruta de una experiencia inolvidable mientras recorres la isla de una manera diferente.