Ese extraño compañero de viaje, el cabello
Una entrada para machos melenudos
Un día cualquiera mientras observaba el rostro de mi profesor de la escuela, surgió en mi cabeza una graciosa inquietud: ¿por qué sólo los seres humanos tenemos cejas?, ¿qué utilidad tienen estos curiosos pelillos sobre nuestros lampiños rostros?
La respuesta ya la tenía, la había leído en mi libro escolar de ciencias naturales años atrás, según el libro las cejas estaban allí para proteger los ojos del sudor o de cualquier otro líquido que bajase por la frente.
Me pareció una explicación bastante aceptable, pues quién no ha sudado como caballo alguna vez y se le ha escurrido una traviesa gotita de sudor por la frente; o quién no ha estado bajo una copiosa lluvia o bajo la ducha, en todas esas situaciones, es fácil darse cuenta del modesto trabajo de protección de estos pelillos.
Transmitir emociones, otra justificación evolutiva, para conservar las cejas, otra interesante teoría, pues desde que somos "humanos" hemos sido una especie que vive en grupos, y tener unas cejas expresivas ayudan mucho para comunicar si estamos bien o mal a los demás. ¿Te imaginas un rostro enojado sin las cejas? ¡sería raro!
Pero las cejas no son lo único peculiar en los humanos, lo que más me causa asombro hasta el día de hoy es el cabello, sí, aquellos largos filamentos de inerte queratina que cubren nuestra cabeza, y que si no son cortados, pueden llegar a crecer varios metros de longitud, hasta 4 metros leí por ahí.
La represión capilar en la escuela
El tema del cabello es un misterio. Protege la cabeza de los elementos dicen, ummm explicación razonable, pero ni los científicos saben para qué es que crece tan largo, no hay utilidad práctica en ello, es más, hasta para un cavernícola debió haber sido bastante molesto andar con las greñas sobre el rostro, además del difícil aseo.
Y ya que he mencionado el tema de la longitud capilar, no sé las normas de los colegios actualmente, pero en mis tiempos todo estudiante varón tenía que llevar el cabello lo más corto posible, ¡ay del que lo tuviera un poco largo! palazo en todo el culo o cincuenta ranas (sentadillas) como castigo, y a veces las dos juntas para que el pequeño educando aprenda bien la lección, ¡a la fila condenado hippie!
Y no es algo que haya visto en un tercero, yo recibí esos palazos e hice esas cincuenta ranas por tener el cabello de cinco centímetros de largo. Nunca entendí esa estricta orden de llevar el cabello corto, "es para que no te llenes de piojos", decían por ahí, ¿y las mujeres? ¿ellas son acaso sucias y piojosas? ¡claro que no!
"¡Es que los machos no llevan el cabello largo, maricón!", bueno, biológicamente el cabello no es ningún tipo de dimorfismo sexual, si lo fuera, a los varones no nos crecería el cabello más de 3 centímetros, y tendríamos que usar pelucas para estar greñudos.
Melenudo universitario
Para mí fueron once años de represión y lento amansamiento escolar, once años en los que la escuela hizo bien su trabajo, quitar a todo niño su libertad y su potencial para ser creativo, curioso, e inquisitivo.
El cabello es sólo una prueba superficial de ello, bueno, sé que esta entrada se está desviando del difuso tema, pero es imposible para mí no mencionarlo, ya que el ridículo tema de la obligatoriedad del cabello corto en las escuelas me parece una enorme estupidez, como también lo son las estrictas formaciones diarias y las marchas castrenses en los desfiles, ¡los niños no son soldados! ¡hasta cuándo!
Es por ese motivo que amé mi etapa universitaria, lugar donde tuve libertad de por lo menos hacer con mis cabellos lo que me diera la gana. Y sí, llegué a tener en esos días, el cabello más largo que mi hermana, y lo disfruté, tanto que hasta el día de hoy paso del cabello corto al largo cíclicamente con total libertad.
Genial, pero ¿es práctico?
Lo bueno de tener el cabello corto es la comodidad, es ese despertar por la mañana sin tener que desenredar nada, sólo meterse directo a la ducha, luego secarse, peinarse con los dedos y salir para las labores diarias. Con el cabello largo, en contraste, requiere unas acciones previas, como el desenredo, pues de alguna forma mística, los cabellos tienden a enredarse a cada momento, y nadie quiere tener una cabellera de naufrago o sufrir de dolor al peinar unos cabellos demasiados apelmazados, créeme que cuando el peine jala dos o tres cabellos de raíz, el dolor es tan insoportable y amargo, que yo a veces vocifero algunos "ajos y cebollas".
Pero si algo nos enseña nuestra larga cabellera es a tener paciencia, la misma paciencia que se debe tener para soportar las etapas del crecimiento capilar. Como la etapa a la que yo he bautizado la del "ni fu ni fa", es decir, cuando el cabello deja de estar corto pero no lo suficientemente largo como para recogerlo o ponerlo detrás de la orejas. Es una etapa difícil, y algunos pueden transformarse en orcos deseando no salir de casa, pero es el precio a pagar. Por cierto, en esta etapa una gorra puede ayudar.
Considerando estos detalles prácticos, y añadiendo el difundido prejuicio (cabello largo = drogadicto, vago, mendigo) sobre los hombres de cabello largo en mi país (Perú), debo de reconocer que viajar como mochilero teniendo mis actuales greñas de profeta no será muy beneficioso para mis planes viajeros, en el mejor de los casos quizá me confundan con una mujer, jocosa situación por la que ya he pasado varias veces.
Y bueno, ya habré acabado el colegio hace mucho, pero la incomprensión de algunas personas aún seguirá viva, viaje o no, criticando a los que de alguna manera tienen la valentía de extender esas fibras inertes de queratina al vaivén del viento.
La respuesta ya la tenía, la había leído en mi libro escolar de ciencias naturales años atrás, según el libro las cejas estaban allí para proteger los ojos del sudor o de cualquier otro líquido que bajase por la frente.
Me pareció una explicación bastante aceptable, pues quién no ha sudado como caballo alguna vez y se le ha escurrido una traviesa gotita de sudor por la frente; o quién no ha estado bajo una copiosa lluvia o bajo la ducha, en todas esas situaciones, es fácil darse cuenta del modesto trabajo de protección de estos pelillos.
Transmitir emociones, otra justificación evolutiva, para conservar las cejas, otra interesante teoría, pues desde que somos "humanos" hemos sido una especie que vive en grupos, y tener unas cejas expresivas ayudan mucho para comunicar si estamos bien o mal a los demás. ¿Te imaginas un rostro enojado sin las cejas? ¡sería raro!
Pero las cejas no son lo único peculiar en los humanos, lo que más me causa asombro hasta el día de hoy es el cabello, sí, aquellos largos filamentos de inerte queratina que cubren nuestra cabeza, y que si no son cortados, pueden llegar a crecer varios metros de longitud, hasta 4 metros leí por ahí.
La represión capilar en la escuela
El tema del cabello es un misterio. Protege la cabeza de los elementos dicen, ummm explicación razonable, pero ni los científicos saben para qué es que crece tan largo, no hay utilidad práctica en ello, es más, hasta para un cavernícola debió haber sido bastante molesto andar con las greñas sobre el rostro, además del difícil aseo.
Y ya que he mencionado el tema de la longitud capilar, no sé las normas de los colegios actualmente, pero en mis tiempos todo estudiante varón tenía que llevar el cabello lo más corto posible, ¡ay del que lo tuviera un poco largo! palazo en todo el culo o cincuenta ranas (sentadillas) como castigo, y a veces las dos juntas para que el pequeño educando aprenda bien la lección, ¡a la fila condenado hippie!
Y no es algo que haya visto en un tercero, yo recibí esos palazos e hice esas cincuenta ranas por tener el cabello de cinco centímetros de largo. Nunca entendí esa estricta orden de llevar el cabello corto, "es para que no te llenes de piojos", decían por ahí, ¿y las mujeres? ¿ellas son acaso sucias y piojosas? ¡claro que no!
"¡Es que los machos no llevan el cabello largo, maricón!", bueno, biológicamente el cabello no es ningún tipo de dimorfismo sexual, si lo fuera, a los varones no nos crecería el cabello más de 3 centímetros, y tendríamos que usar pelucas para estar greñudos.
Para mí fueron once años de represión y lento amansamiento escolar, once años en los que la escuela hizo bien su trabajo, quitar a todo niño su libertad y su potencial para ser creativo, curioso, e inquisitivo.
El cabello es sólo una prueba superficial de ello, bueno, sé que esta entrada se está desviando del difuso tema, pero es imposible para mí no mencionarlo, ya que el ridículo tema de la obligatoriedad del cabello corto en las escuelas me parece una enorme estupidez, como también lo son las estrictas formaciones diarias y las marchas castrenses en los desfiles, ¡los niños no son soldados! ¡hasta cuándo!
Es por ese motivo que amé mi etapa universitaria, lugar donde tuve libertad de por lo menos hacer con mis cabellos lo que me diera la gana. Y sí, llegué a tener en esos días, el cabello más largo que mi hermana, y lo disfruté, tanto que hasta el día de hoy paso del cabello corto al largo cíclicamente con total libertad.
Genial, pero ¿es práctico?
Lo bueno de tener el cabello corto es la comodidad, es ese despertar por la mañana sin tener que desenredar nada, sólo meterse directo a la ducha, luego secarse, peinarse con los dedos y salir para las labores diarias. Con el cabello largo, en contraste, requiere unas acciones previas, como el desenredo, pues de alguna forma mística, los cabellos tienden a enredarse a cada momento, y nadie quiere tener una cabellera de naufrago o sufrir de dolor al peinar unos cabellos demasiados apelmazados, créeme que cuando el peine jala dos o tres cabellos de raíz, el dolor es tan insoportable y amargo, que yo a veces vocifero algunos "ajos y cebollas".
Pero si algo nos enseña nuestra larga cabellera es a tener paciencia, la misma paciencia que se debe tener para soportar las etapas del crecimiento capilar. Como la etapa a la que yo he bautizado la del "ni fu ni fa", es decir, cuando el cabello deja de estar corto pero no lo suficientemente largo como para recogerlo o ponerlo detrás de la orejas. Es una etapa difícil, y algunos pueden transformarse en orcos deseando no salir de casa, pero es el precio a pagar. Por cierto, en esta etapa una gorra puede ayudar.
Considerando estos detalles prácticos, y añadiendo el difundido prejuicio (cabello largo = drogadicto, vago, mendigo) sobre los hombres de cabello largo en mi país (Perú), debo de reconocer que viajar como mochilero teniendo mis actuales greñas de profeta no será muy beneficioso para mis planes viajeros, en el mejor de los casos quizá me confundan con una mujer, jocosa situación por la que ya he pasado varias veces.
Y bueno, ya habré acabado el colegio hace mucho, pero la incomprensión de algunas personas aún seguirá viva, viaje o no, criticando a los que de alguna manera tienen la valentía de extender esas fibras inertes de queratina al vaivén del viento.
Una foto en mi época universitaria
Comentarios
Publicar un comentario